Quiza, pues ese es su apellido, pasó ya hace algunos años por la escuela y volvió para visitarnos y recordar algo de la técnica de lance. No lo hizo mal, pero como siempre se le aconsejo alguna práctica, ¡que no todo es pescar!.
Con José Luis, compartió césped y aparejos Jesús, un avezado pescador con manías de autodidacta que comprendió desde el principio que la fuerza en el lance no sirve para nada. Fueron suficientes tres horas para que lo entendiera y pasáramos a lo que descubriría como todo un nuevo mundo, los lances de presentación.
Y como quiero ser agradecido, Jesús me ha dedicado en una carta que conservo con cariño los mejores elogios como monitor de lance y pesca.
Gracias Jesús.
domingo, 27 de diciembre de 2009
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